jueves, 8 de julio de 2010

EL ROL DEL DOCENTE



EL ROL DEL DOCENTE EN EL SIGLO XXI
El docente le enseña a pescar a sus alumnos, pero no le da el pescado.
El docente indudablemente nace, pero también puede crearse y perfeccionarse. Y lo medular de la tarea del docente es crear. Por esto, no se puede dividir al docente ni al alumno en partes. La sabiduría del docente está en “saber” encontrarlo.
Frente a las situaciones educativas, el docente es un constructor de éxitos.
EL DOCENTE ES UN CONSTRUCTOR DE ÉXITOS. Esa es la mejor definición que se pueda decir de un docente. Entonces, La práctica docente es, lisa y llanamente, la construcción de éxitos educativos y, el docente es el responsable de que ello ocurra. Todos los métodos, cualquiera sea, sólo son útiles en la medida en que desarrollemos nuestro criterio docente.
La práctica profesional, es uno de los aspectos de la vida del docente que es imposible sistematizar; no puede haber sistematización. Porque el docente es portador de vida, y vida en abundancia. Por ello, el docente debe vivir concientemente su propio proyecto de vida. Esta es una de las cosas fundamentales del docente.
También es necesario saber lo que se quiere, lo que verdaderamente le da sentido a la práctica docente.
Otro factor que el docente no debe olvidar, es que en todas las acciones de la enseñanza hay hechos que son determinantes o principales y hechos que son circunstanciales o secundarios, que no inciden en la enseñanza.
Repitiendo un concepto antes dicho, el docente es un artista no un técnico. Como tampoco un docente necesita ser un perito. Esto está en cada docente o no está.
Por eso decimos, que un perito no presupone un buen docente. Para triunfar en la docencia se necesita ser docente, quién debe ser, con todo el sentido y profundidad del término, “MAESTRO”. Lo que implica un compromiso integral del docente con sus alumnos.
La diferencia que hay entre el “caudillo pedagógico” y el docente, es natural. Teoría y práctica, forman los constitutivos esenciales de la formación docente. De modo, que sí se puede llegar a ser docente sin haber nacido “genio”. Si carece de éstos, no es un docente. La concepción intelectual puede ser transferida con las palabras, pero la realización educativa necesita del testimonio profesional y personal del docente, porque así se constata la teoría. Por consiguiente el docente es un hombre decidido a vencer. Para evitar éste resultado es necesario ser prudente. Es decir: que el docente es un auténtico luchador.
Es indudable, que el docente debe saber, que en la tarea de enseñar, él trabaja para sus alumnos. El docente que trabaja para sí mismo, no llegará lejos.
En tal sentido, el docente no puede ser intransigente ni autoritario. Quién proceda de modo diferente, choca con la realidad educativa, y este es el principio del fracaso docente. Ahora bien, la lealtad debe ser a dos puntas para que sea tal: lealtad del docente y lealtad de los alumnos. El docente no sólo debe conocer la justicia, sino sentirla profundamente.
También hemos señalado que el docente debe estar lejos de las pasiones. Por ello, el docente debe ser libre frente a las ideologías, no puede quedar atrapado en ninguna de ellas.
Otra cualidad del docente es la bondad de fondo y de forma. Por eso el docente, debe ser bueno en el fondo y en la forma. Los que fácilmente olvidamos, son aquellos conceptos que no nos son significativos. Por esto, el docente es portador de vida. En tal sentido, para ser portador de vida, debe poseerla primero.
El docente debe poseer una técnica inteligente. No se puede decir definitivamente cual es la técnica inteligente del docente, porque es distinta en cada docente. Estos aspectos son los llamados “accidentes”, que son al fin de cuentas, el objeto propio de la educación y de la enseñanza, porque son susceptibles de perfección. El docente debe lograr que la enseñanza sea pertinente, eficiente y eficaz en ese contexto sociocultural determinado.
Hemos querido señalar, suficientemente, nuestra concepción de la formación docente, porque tiene una sustancial relación con el rol del docente, tanto la formación inicial como la formación continua.
Por lo supradicho, el docente debe poseer ambos y actualizarlos permanentemente, para ser siempre un constructor de éxitos. Por eso el docente debe ser consciente de esta realidad, para evitar la dualidad en el mensaje.
Vivir la situación le impone al docente penetrar el contexto sociocultural del que provienen sus alumnos.

LUZ MARINA LOZANO

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